domingo, 15 de noviembre de 2015

Viernes y trece



El hecho por el que se le atribuye al viernes y trece los malos augurios, está asociado a la Orden que dió el rey Felipe IV de Francia, apoyada por el Papa Clemente V, para detener a todos los Templarios, siendo el viernes, 13 de octubre, de 1307. Este hecho alcanzó una gran notoriedad a causa de las escabrosas acusaciones que se les imputaban. Antes de este hecho ya se consideraba el trece como un número de mal augurio al ser trece los comensales de la Última Cena de Jesús. El viernes en la cultura cristiana, se ha considerado como un día de luto al ser el viernes cuando fue crucificado Jesús de Nazareth. En el libro del Apocalipsis el capitulo 13 corresponde al anticristo y a la bestia, Satán.
Tanto la Cábala como las leyendas nórdicas enumeran a trece espíritus malignos. En el Tarot, este número corresponde a la muerte. Curiosamente es el día 13 el que más veces ha coincidido con el viernes a lo largo de la historia, en el calendario gregoriano.
Vuelve a ser un viernes 13, en este caso de noviembre de 2015,  el portador de una desgracia. De los atentados Yihadistas en París.

De la guerra de Siria la gente huye buscando refugio en Europa. Algunos huyen del hambre, de ser asesinados por la barbarie islamista, pero dentro de esa marea humana que viene van infiltrados asesinos, como ayer supimos de algunos de los terroristas de París. Los investigadores encontraron un pasaporte sirio cerca del cadáver de uno de los suicidas. Éste pasaporte fue registrado el pasado día 3 de octubre en la isla griega de Leros demandante de asilo y en Serbia se registró como refugiado cuatro días más tarde.

La relación causa efecto de los atentados de los islamistas en Occidente viene de hace bastante años atrás. Haciendo memoria vemos que el 11 de septiembre de 2001 te tocó a Nueva York y Washington; el 7 de agosto de 1998, a las embajadas norteamericanas en Nairobi y Dar-Es-Salaam y el 12 de abril de 1985 cuando la Yihad voló el restaurante  “El Descanso” en Torrejón de Ardoz, matando a 18 personas, como vemos, estas atrocidades se prolongan desde hace varias décadas.

Venimos acogiendo en Europa a gente procedente de los países islámicos, familias que no se han integrado para nada en nuestra sociedad y es en la segunda y  tercera generación la que está buscando aquello que dejaron sus familias al partir de su respectivos países.

El asesino degollador Mahammed, hijo de refugiado de Inglaterra fue admitido en una buena escuela, se le dio estudios universitarios. De niño le llamaban en la escuela “Little Mo”, según sus profesores, muy encantador. Con los años parecía un inglés más. Es en la Universidad de Wincherter, en Londres, donde se contagia del radicalismo. Por entonces se tolera en el nombre del buenismo multicultural la “prédica salafista”. El salafismo es un movimiento sunnita que reivindica el retorno a los orígenes del Islam. A Mohammed Emwazi lo despanzurro el jueves pasado un dron americano.
Más de 2.000 jóvenes musulmanes británicos, franceses, se han alistado en Estado Islámico. Paris y el mundo sufren la masacre en nombre de Alá.

¿Qué sucede con estos jóvenes acogidos si no les falta de nada?
Impresiona la actitud de los franceses saliendo de Saint Denis cantando la Marsellesa. Envidio el orgullo francés.

Cuenca, 15 de noviembre de 2015

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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