lunes, 27 de junio de 2016

Gárgolas y quimeras


Las quimeras son creaciones simbólicas

pertenecientes a la hora del crepúsculo.


Lentamente y sin pausa nos quedamos sin gárgolas en la Catedral conquense.  El 13 de junio de 2005, cayó una parte de la cornisa frontal, en julio de 2011 vuelve a caerse parte de la cornisa. A las once de la mañana 4 de febrero de 2014 la gárgola del lado norte de la fachada cae. Los bomberos se ven obligados a intervenir. El 15 de febrero de 2016. El frío y el agua desprenden un trozo de cornisa de la Catedral. Los bomberos del Ayuntamiento retiran las piedras sueltas para asegurar la zona.


Son las gárgolas de la nueva fachada la que se desprenden a causa de la piedra arenosa que empleó Vicente Lampérez para la reconstrucción de la fachada neogótica que nos dejó. El 20 de febrero de 2016 se colocan los andamios para acometer las obras de canalización y recogida de aguas de la cornisa. Obras que duran varios meses, la canalización se hace por el lado Sur de la fachada. Actualmente sólo queda una gárgola de las cuatro iniciales en la fachada principal.

En nuestra época nos hemos visto fascinados por la edad media. Se han escrito miles de páginas sobre ella pero curiosamente a penas si hay escritos sobre las gárgolas y las quimeras.

Hoy no pretendo llenar el vacío que hay sobre ello, sino ser el punto de partida con la información de poseo. Hacer una reflexión en torno a este tema, que por más que leamos sobre el Medievo, siempre encontraremos algo de misterio, algo inaccesible a nuestra mente actual.

El lugar donde se hallan estos elementos son las Catedrales y estas deben su nombre a la palabra cátedra que en latín significa “asiento”. Haciendo referencia a la cátedra del Obispo, máxima autoridad, de ahí el nombre de CATEDRAL.

Para poder comprender la decoración exterior, hay que entender el significado interior. Las características arquitectónicas que poseen la  Catedral en un “reflejo de otro mundo”.
Son la contemplación del cielo en la tierra. La visión de la Jerusalén Celeste en el ábside. La idea de la Jerusalén que se tiene fue tomada de los textos Apocalípticos. Una visión de San Juan (Ap. 21, 10-14 y 18-21).

En las Catedrales góticas debemos buscar en su interior la luz que está presente material y simbólicamente. Hay que dejar este mundo para entrar en la luminosidad del Cielo.

Afirman los teólogos de la época que las catedrales hicieron que los fieles vieran el mundo como nunca lo habían apreciado. Su interior estaba impregnado de la presencia de Dios, sólo había que adentrarse en su interior.

En este contexto ¿Dónde quedan las gárgolas y quimeras? Tradicionalmente se sostiene que estos seres eran los guardianes de la Jerusalén Celeste, y hay quien sostiene que son elementos de carácter moralizante, asustando a quienes no cumplen con los mandatos divinos.
No olvidemos que los programas arquitectónicos de las catedrales estaban reglados al igual que la iconografía específica. Hay una forma determinada en representar a un santo, a un demonio, a la Virgen y a Dios.

Existía cierta libertad de representación en la marginalia de los manuscritos góticos, en lo capiteles que se hicieron “historiados” poblándolos de seres extraños mitológicos, algunos respondiendo a una iconografía particular pero otros se tomaban ciertas licencias en su contenido. Las gárgolas y las quimeras forman parte de esa marginalia.

¿Cómo es posible que tengan el aspecto terrible? No olvidemos que estamos en la época de los viajes y peregrinaciones. La época de las bestias y de los seres maravillosos. Si les presento la descripción que hace Marco Polo (1254-1324) de un animal que descubre verán que es difícil adivinar de qué especie se trata. Y A ello hay que añadir el analfabetismo existente en el pueblo.

 “Tienen muchos elefantes salvajes y también unicornios, que no son menores que los elefantes; éstos tienen la piel como la del búfalo y la pezuña como la del elefante, con un gran cuerno de color negro en medio de la frente (…) Su cabeza es similar a la del jabalí silvestre (…) son animales de muy desagradable y horrible aspecto.” Se trata de rinocerontes.
Los griegos y romanos decoraban sus edificaciones oficiales con ACRÓTERAS, en las esquinas y la parte central de las fachadas. Las gárgolas servían de desagüe, las decoraban con cabezas de felinos principalmente de león. La decoración de los conductos de expulsión del agua de los edificios fue utilizada por egipcios, griegos, etruscos y romanos.

De la mitología griega nace la leyenda. Seres alados, con cabeza de león. Un pacto los unía a hombres y bestias. Ambos se protegían los unos por el día, los otros en la noche.
 Esta leyenda fue olvidada por siglos hasta ser resucitada en el Medievo para ser tomados como guardianes de catedrales contra el mal y los demonios.

A comienzos del siglo XII con el gótico, se retoma. Durante el siglo XIII es el sistema escogido de drenaje de las grandes edificaciones. Los primeros ejemplos de gárgolas en el gótico se dan en la Catedral de Lyon seguidas de las de Notre-Dame de París.

De nuevo se despierta la leyenda. Dicen que en el pueblo francés de “Rouen” existía un dragón, al que le llamaban “Gargouille” de cuello muy largo, hocico delgado con unas fuertes mandíbulas con una descomunal cabeza, cejas fuertes y alas membranosas. Se  podía ver los días de niebla por las aguas del Sena. Esos días destruía cuanto encontraba en su camino.

Los habitantes del pueblo de “Rouen” intentaban aplacar su ira ofreciéndole la vida de jóvenes y doncellas.
Por el año 600 fue destinado a ese lugar un sacerdote llamado “Romanus”. Reuniendo a los habitantes del pueblo, les propuso que si aceptaban ser bautizados en la fe de Cristo y se comprometían a construir un gran templo él los libraría del malvado dragón para siempre. Así se acordó y se hizo. “Romanus” equipado de una campana, un libro y la cruz  de Cristo realizó un exorcismo al dragón en el momento que se disponía a atacarle. El sacerdote dominó al dragón con la sola señal de la Cruz, trasformando al malvado dragón en un dócil animal.

El dragón fue quemado en la hoguera a excepción de la cabeza y el cuello que se resistía al fuego, así que pensaron ponerlo sobre el tejado del ayuntamiento del pueblo como recordatorio de aquellos malos momentos pasados. Una fuerte tormenta provocó que la cabeza del dragón se volcará escupiendo por sus fauces el agua que discurría por el tejado. De ahí el sinónimo de gárgola a las esculturas ubicadas en las cornisas de los edificios.

En la iconografía medieval el dragón ha representado al diablo, encabezando el símbolo del mal, no es de extrañar que entre las posibles interpretaciones que se han atribuido a las gárgolas hayan sido las diabólicas, expulsando por sus fauces el producto de las fierezas de las tormentas, el agua y el granizo, dándoles el significado de guardianes de la Iglesia. Son como signos mágicos que mantienen alejados al diablo del interior de la casa de Dios.
Otra de las leyendas francesas en las que se ve implicado la gárgola se ubica en Amiens (Amian), en el siglo XIII.

El obispo Richar Fournival mandó realizar al cantero Flocars, dos gárgolas de cobre, y las situó en la puerta de la ciudad. A ellas y a los guardas de la puerta mandó vigilar a cuantos desearan entrar en la ciudad. El individuo que era catalogado como indigno de entrar se le arrojaba, a través de ellas, veneno y a quien era encontrado digno de entrar se le arrojaba oro y plata.

Es obvio que el arte medieval no fijó una determinación común en la representación de las gárgolas, pero hay elementos comunes en todas ellas.

La iconografía medieval se expresa en doble vertiente. Las cosas buenas y bellas vienen de Dios, mientras que lo feo sórdido y despreciable es  adjudicado a su opositor, Satán
Las gárgolas muestran estas características, atribuidas al demonio como los cuernos, las orejas puntiagudas, los colmillos, las alas membranosas, las barbas, patas humanizadas, el cuerpo sin vello y un semblante amenazador.

En los exteriores de nuestra Catedral posee una peculiar protección, las ventanas circulares de la nave central están protegidas contra el mal exterior. El triángulo de la parte superior se corresponde con la Sagrada la Triada: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sus vértices señalan el cielo, el canal  señalo lo espiritual, terminados en dos mascarones.

El círculo representa la unidad. A través de ella irradia y filtra la luz hacia el interior protegiendo y guardando de las energías negativas. Es la luz que dará fuerza y resistencia a quien este en el interior del Templo.

A veces se coloca en sus vértices del triángulo los arcángeles: Miguel, Uriel y Metatrón.
Miguel, Gabriel, Uriel y Rafael son los cuatro arcángeles que Dios encargó para cuidar la Tierra.

Pero no solo pueblan los tejados de las catedrales las gárgolas, también hay quimeras, que tiene ambos algo en común en la iconología. Son seres protectores contra el mal que acecha a los templos. Liberándolos de sus amenazas.

Otro episodio que marca las leyendas de las quimeras es el 30 de mayo de 1431, fecha en la que fue quemada viva Juana de Arco. Se dice que esa noche las quimeras de los templos tomaron vida dando muerte a cuantos asistieron a la quema de la inocente Juana.
Mientras en nuestra catedral los misterios los encontramos en su interior, en Notre Dame de París podemos encontrar un sinfín de misterios en su fachada.

En el año 2002 se abrió para mí una nueva etapa. Al visitar Notre Dame. Los 387 escalones que subimos, hasta culminar los 69 metros de altura. Después de tras innumerables giros de la escalera de caracol vimos la luz a 46 metros de altura sobre París. Fuimos testigos de las innumerables quimeras y monstruos que poblaban los tejados de tal maravillosa obra. Animales salidos de la imaginación humana que reflejaban las múltiples historias relatadas hasta ese momento que hacían realidad el desarrollo diario de miles de personas que habitaban bajo nuestros pies.

El Águila comiendo uvas. Símbolo del bien venidero. Pudiéndose ver frustrado.  El ave monja. Quimeras. Símbolo del poder conseguido por malas artes. El cuervo. Augurio de mala suerte.

Fulcanelli en su libro “El misterio de las Catedrales”  fue quien nos descubrió que ambos quimeras tienen la mirada orientada hacia la columna donde se halla oculta la famosa piedra filosofal.

Demonio devorando a un  hombre o un animal. El diablo mirando París con las manos sujetando su cabeza.  Diablillo cornudo asustado  El lagarto humanoide. Símbolo protector del mal. Asociado a los sueños. El pelícano. Símbolo Eucarístico. Da su vida por sus crías y Cristo por nosotros. El elefante. Símbolo de Poder.

Pero aún quedaba más altura por visitar. El campanario de la torre Sur Campana del siglo XVII, llamada “Emmanuel”. Desde lo más alto se ofrece las vistas panorámicas sensacionales de París. Allí fue el punto de partida para mis estudios de los misterios que encierra nuestra catedral.

69 metros sobre París que se convierten en los 69 peldaños para llegar al triforio de la Catedral Conquense. La planta de la Catedral de Notre Dame.  París hace mención al Salmo 87, 1-7 denominandose: “Ciudad de Dios” o también conocido como “Ciudad de los Cielos”. La Catedral de Santa María. Cuenca, hace referencia al Salmo 104, 2: “Arropada de luz como de un manto” o como la denominé: “Mando de Luz”.

Para finalizar, quisiera decir que las gárgolas y quimeras son creaciones simbólicas pertenecientes a la hora del crepúsculo.

Para la gente superficial son: simples canaletas, adornos, caprichos creativos y para una parte selecta y pensadora son: guardianes, prisioneros del tiempo, figuras moralizantes, monstruos, maravillas de la Creación y sobre todo son Misterio.

27 de junio de 2016
José María Rodríguez González. Profesor e investigador historico.

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