domingo, 25 de diciembre de 2016

No habría Belén sin pesebre

Pedazos de madera de lo que tal vez fuera parte de la cuna se exhiben en un relicario en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.

La noche de Navidad muchísima gente se apiña  en dicha basílica para ver el pesebre.

El culto a las reliquias se ha venido ejerciendo desde los primeros años de las persecuciones cristianas, teniéndose en gran estima cualquier objeto relacionado con aquellas personas que murieron por su fe. Convirtiéndose en un fenómeno social, económico y cultural.

La primera emperatriz en abrazar la religión cristiana fue Santa Elena. Ella dedicó parte de su vida en llevar a Roma los objetos más venerados, entre ellos la cruz, los clavos, el rótulo de encima de cruz y de más objetos relacionados con Cristo.
Misterio del Belén de la Plaza de la Hispanidad de Cuenca
Foto José María Rodríguez González

En Evangelio de San Lucas nos cuenta que Jesús al nacer fue envuelto en pañales y acostado en un pesebre. En vano iríamos hoy a Belén en busca del feliz pesebre donde estuvo reclinado el Divino Infante.
 Hace ya catorce siglos que huyó de aquellas tierras y vino a albergarse a Roma, en la suntuosa Iglesia de Santa María la Mayor, elevado en el monte Esquilino. La noche de Navidad muchísima gente se apiña  en dicha basílica para ver el pesebre llevado a hombros de los sacerdotes oficiantes como si fuera la nueva Arca de la Alianza.

Lo que sí se puede admirar en Belén es la cueva donde nació el Salvador. Forma la cripta de la Basílica del Nacimiento, edificado por la Emperatriz Elena. Esta cueva, recubierta toda de mármoles preciosos, está alumbrada por treinta y dos lámparas de plata, regaladas por diferentes reyes y emperadores Católicos. El lugar en que estaba María cuando dió a luz, se ve señalado por una estrella de plata incrustada en el pavimento, alrededor de la cual se lee la inscripción que dice: “Hic de Vírgine María Jesus Christus natus est”.
Portal de Belén.  Plaza de la Hispanidad de Cuenca
Foto José María Rodríguez González


Las reliquias procedentes del nacimiento están diseminados por distintas partes del mundo. Pedazos de madera de lo que tal vez fuera parte de la cuna se exhiben en un relicario en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma; los pañales que lo envolvieron, se dice que están en un gran cofre de la Catedral de Aquisgrán en Alemania. En España, en la Catedral de Lérida, se guarda, supuestamente, algunos pañales, pero que desaparecieron durante la guerra civil, no quedando más que pequeños retazos.

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