lunes, 12 de marzo de 2018

Verdades de Fe


El misterio de la Santísima Trinidad. La festividad se celebra el 22 de mayo.


Los cristianos en estos años nos hemos vuelto algo escépticos con relación a nuestras creencias, parece como si nos diera miedo o nos avergonzáramos de nuestro Credo.

Después de dos años ejerciendo en el Instituto los Llanos de Albacete, conseguí una comisión de servicios en el Centro de Profesores de Cuenca, y éste organismo estaba ubicado en el ático del edificio del colegio del Carmen, sitiado en la plaza del mismo nombre en el casco antiguo de Cuenca. Después de algún tiempo relacionándome con la gente del barrio fui cogiendo confianza con algunos vecinos, ya sea porque llevaban a sus hijos y nietos al colegio o porque nos veíamos al subir a trabajar por las tardes mientras ellos disfrutaban, sentados a las puertas de sus casas, del sol que calentaba la tarde.

Una mañana al aparcar el coche por la calle de Zapaterías, un señor mayor se dirigió a mí dándome los buenos días y de inmediato me soltó: ¡Tú eres un sabino! Quedé extrañado de aquella afirmación rotunda y parándome con él le dije: ¿A qué se refiere? – Si, que su abuelo era Sabino. –Claro que lo era, le contesté yo. Te pareces mucho a él. Si eres tan sabio y cabezón como él tendrás éxito en la escuela, aseveró. Eso llamó mi atención y cuando coincidíamos le preguntaba cosas sobre mis abuelos. Una mañana hablamos sobre cómo explicaba mi abuelo el misterio de la Santísima Trinidad, contándole, cómo había vivido aquella experiencia.

Era una mañana de domingo, como tantos otros que subía en casa de mis abuelos con la intención de acompañarlo a misa de doce a la Catedral, esa mañana al entrar en su casa mi abuela tenía un frutero con unas lindas manzanas que parecían que habían sido enceradas de antemano por el brillo que desprendían, cogí una con sigilo y me la guardé en el bolsillo. Mi abuelo se percató de ello pero se cayó. Salimos y nos encaminamos a nuestro habitual quehacer.  

Cuando entramos en la Catedral, en la nave de San Cristóbal, en el crucero una puerta en lo alto golpeaba con fuerza por las corrientes de aire que se formaban, mirando hacia arriba mi abuelo me dijo: es la puerta por donde desescombras la cubierta. Junto a ella una ménsula lucía tres cabezas unidas por el cuello, eso dio lugar a que preguntara que significado tenía esa figura de tres cabezas unidas y él me dijo que representaba a la Santísima Trinidad. ¿Qué es la Santísima Trinidad? –Caya ahora y luego te lo explicaré cuando salvamos, me dijo mi abuelo en voz baja. Toda la misa estuve pensando en el monstruo que engendrara ese ser tricéfalo como en los libros de Julio Verne.
Ménsula del crucero de la Catedral de Cuenca

Cuando salimos de misa, como en el interior de la Catedral hacía algo de frío, optamos por irnos al murillo de la plaza junto a la barandilla donde nos daba el sol que se agradecía en esos momentos, cerca del estanco de la María. Y comenzó a explicarme: La Santísima Trinidad es uno de los misterios más importante de nuestras creencias cristianas, aunque de un modo muy imperfecto trata de explicarse. Éste consiste en creer en un solo Dios formado por tres personas realmente distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. No hay ser creado que pueda hablar dignamente de este misterio, ni entendimiento, por penetrante que sea, que pueda comprenderlo; ni idea siquiera de él tuviéramos, si el mismo Dios no se hubiera dignado en revelárnoslo.

La fe nos enseña en qué consiste, pero sería una cosa no menos temeraria e inútil quererlo comprender: porque siendo Dios incomprensible por naturaleza, ¿no sería una temeridad y tiempo perdido intentar entender cómo es un solo Dios en tres personas? – ¿Si no se puede entender como me lo vas a explicar para que yo pueda entenderlo? Le contesté yo.

Mira Josemari, se cuenta que San Agustín, paseando un día por la playa, meditaba sobre este misterio, del cual estaba escribiendo algunos tratados para que fuera entendible por la gente, vió a un niño (se piensa que pudiera ser un ángel) que estaba muy afanoso en llevar con una concha el agua del mar a un hoyito que allí había abierto. ¿Qué hacer niño? Le preguntó el Santo. Quiero poner, respondió, en este pozuelo toda el agua del mar. Se rió el Santo de la inocencia de la criatura, y le dijo: Es imposible lo que intentas, hijo; a lo que contestó el niño: Me es a mi más fácil obrar este prodigio, que a Ud. Entender el misterio de la Santísima Trinidad y dicho esto desapareció. Santo Agustín quedó admirado y avisado de que todos los misterios, especialmente este, aun cuando hemos de procurar saberlos bien, hemos de creerlos con fe sencilla. No seas tú de aquellos que no quieren creer sino lo comprenden; pues si lo comprendiéramos, dejaría de ser misterio. Hemos de creer con una fe vivísima, como Dios nos lo enseña por medio de la Iglesia católica.

Según su doctrina voy a explicarte este y demás misterios:

Tres son, dice San Juan, los que dan testimonio en el cielo: El Padre, el Verbo (así llamado el Hijo) y el Espíritu Santo; y estos tres son una misma cosa o esencia (Ep.1ª San Juan 5, 7-21). Y el mismo Jesucristo enseñó este misterio y mandó a sus Apóstoles que lo enseñasen, y que bautizaran a todas las naciones del mundo: “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mt. 28, 19). El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios: sin embargo no son tres Dioses, sino un solo Dios, porque no hay más que una sola naturaleza divina en cada persona y en las tres juntas.

¡Ya sé por qué lo han replantado los tallistas con tres cabezas! -Contesté apresuradamente a mi abuelo. -Pero está mal representado, me replicó mi abuelo, por eso el Concilio de Trento, en el año 1545 los mandó destruir por herejía, éste se libró porque se piensa que estaba recubierto de yeso.  --No entiendo nada, conteste.

Para que mejor lo entiendas, te pondré algunas semejanzas, conforme al deseo del Concilio de Nicea, que es anterior al de Trento. Por las similitudes, aunque tomados de las cosas más simples podrás entenderlo. - ¿Ves el árbol que tenemos en frete?,  tiene tres ramas iguales y no es más que un árbol, porque las tres ramas tienen un solo y mismo tronco. Así pues, las tres Personas divinas no son más que un solo Dios, porque las tres tienen una misma y única naturaleza divina. ¡Saca la manzana que cogiste de casa! - ¿Te diste cuenta? - le dije a mi abuelo. Pues claro y la abuela también, pero no te quisimos decir nada, en lo sucesivo si quieres algo lo pides o di que lo que coges y quedarás mejor. – Así lo haré y perdona, luego le pides perdón a la abuela. – Sí, claro.

Saqué la manzana del bolsillo y prosiguió explicándome. La manzana tiene tres cosas bien distintas entre sí, que son: olor, color y sabor; ni el color, ni el sabor es color ni olor, y sin embargo es una sola manzana: he aquí como la manzana te da alguna idea de la unidad de la naturaleza divina, y de la trinidad y distinción de personas. – ¡Entonces con la figura que hemos visto está mal expuesta la representación de la Santísima Trinidad! Claro Josemari, por eso en el Concilio de Trento se mando su destrucción, para que la gente no se confundiera. Vamos a entrar de nuevo y te voy hacer ver otra representación del mismo misterio.
Ménsula trifacial en el crucero de la Catedral de Cuenca
Pasamos de nuevo al crucero y me hizo ver un rostro con tres caras, me explico que tampoco estaba bien expresado así.

¡Haber como estás en geometría! ¿Qué es un triángulo? Me preguntó. Es un polígono de tres lados y tres ángulos, contesté airoso. –Prosiguiendo él: Procede del latín “triangulus”, la palabra se utiliza para identificar un polígono compuesto por tres lados, se logra esta figura, a partir de tres rectas que se interceptan en tres puntos desalineados. Cada uno de estos puntos donde las rectas se unen recibe el nombre de vértice y los segmentos reciben el nombre de lados. Pues bien, también es representada la Santísima Trinidad por medio de un triángulo. Llevándome a una reja donde en su parte superior había un triángulo, me dijo: Como ves, cada uno de por sí es una figura; pero los tres juntos no son más que una figura triangular. Nosotros no tememos más que un alma, y esta alma tiene entendimiento, memoria y voluntad; de suerte que el alma piensa, el alma se acuerda y el alma quiere y a pesar de eso no es más que un alma.
Triángulo del pórtico de la rejería de la Capilla
de la Asunción. Catedral de Cuenca.

Creo que por hoy ya has aprendido bastante, -Si abuelo, ya sé que es una manzana, un árbol y lo que soy yo: alma, pensamiento y cuerpo, como el Espíritu Santo. – Bueno creo que hoy has entendido algo más de nuestros misterios. Y nos bajamos a casa. Le pedí perdón a mi abuelo por haber cogido la manzana sin decir nada y me la comí con la lección aprendida.

Espero que os hayan gustado estos razonamientos de niño que quería aprender a ser mayor.

Cuenca, 12 de marzo de 2018

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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